Gentes
Todavía no estoy para bicicleta. Hoy, tomé el subte. Hacía mucho que no tomaba el subte. Cuando trabajaba en el banco era mi medio de locomoción.
El cambio más importante es que ahora las ventanillas donde comprás el pase son kioskos.
Subí, bastante gente. De a poco me fui acordando cómo era: pararme cerca de la puerta -a un costado-, evitar que me rocen o me toquen –fobia-, identificar a los carteristas, y esas cosas.
Un tipo a los gritos. Pide plata. No tardo en reconocer esa voz. No tardo en reconocer el discurso, claro, cuando iba al banco lo escuché miles de veces.
Bajo y pienso en cuántas veces habrá repetido ese discurso monocorde-gritón. Deben ser muchas. No hago cálculos. Me deprimen las personas que hacen ese tipo de cálculos, vas a un restaurant y tratan de calcular la ganancia, cantidad de mesas x cantidad de platos, etc.
En fin, hay gente que no tiene problemas con las repeticiones. Hay gente a la que le gusta calcular las ganancias de las cosas.
Atte.
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