Flores de Fuego
La calle está oscura. Me voy acercando. Me atrae desde la primera vez que lo vi, hace unos meses. Es de hierro y parece fuera de lugar.
Empiezo a subir y mis pasos retumban. Arriba de todo, miro hacia la otra punta. Está lejos y me gusta. A los costados, vigas de metal naranja y rejas. Abajo, muchas vías de tren. Camino y camino. El viento me pega en la cara, siempre sopla acá arriba. Me imagino que estoy en una película. El lugar es perfecto.
La clínica. Subo y ella tiene un pañuelo en la cabeza. Adelgazó. Cuando me ve, su sonrisa está vacía, cansada. Le doy un beso y le acaricio la espalda. Su ex-marido me saluda y su hija –mi amiga- se alegra de verme. Hablamos un rato de cosas sin importancia.
Acompaño a mi amiga a buscar algo al auto. Volvemos, salimos
Aparece el ex-marido y le pregunto si está en auto. Te llevo, contesta.
En el cuarto me despido de la madre y de nuevo la sonrisa cansada.
Durante el viaje, charlamos un poco.
Me hubiese gustado volver a cruzar el puente naranja. Varias veces, ida y vuelta, ida y vuelta.
Atte.
2 Comments:
Los puentes aislan y conectan a la vez.
Muy unica tu manera de escribir...me gusta.
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