Rutina
Palmó el despertador. Anoche le cambié la pila, tampoco arrancó. Llamé a amigo-broder y le pedí que me llamara hoy a las 8am para despertarme.
Hoy 8am. Ring ring ring ring. "Hola", "Arriba, amigo, son las 8", "Gracias".
Café, ducha, ropas, saludo al portero, "Buen día, por suerte refrescó", le digo. Jaiu-silver (la bici nueva) estacionada. Lluvia.
Pedaleo, me mojo bastante. En especial, las rodillas. El agua me pega en la cara, viento fresco.
Ato la bici en el árbol, frente al kiosko. "Volviste", me dice el kioskero. "Sí, acá estoy".
Las chicas de planta baja tienen caras con colores veraniegos. "Acá abajo hay un harém", me dijo una vez un amigo que pasó a visitarme. "Buen día, doctor, tanto tiempo", me saluda José, el seguridad.
"Hola, llegué" , saludo a mis compañeros-amigos. "Estás quemadito", me dicen. Nos damos abrazos.
Prendo la computadora, hablo con uno de los diarios donde publicamos notas, leo mails, la cosa me lleva unos 20 minutos.
Suena el teléfono. "Hola", "Hola, Obelix, ya volviste?", "Sí, ya volví". Es Crazy-Doc, quiere saber si hay novedades. "No hay novedades, doctor", le digo.
En un rato, corporación-informática. Todo indica que voy a encontrar un caos. De todas formas, tengo ganas de llegar ahí, ver a los mushashos, reirnos.
La rutina tiene distintos costados: por un lado, el tedio, la monotonía. Por otro, el orden, la contención.
Atte.
Hoy 8am. Ring ring ring ring. "Hola", "Arriba, amigo, son las 8", "Gracias".
Café, ducha, ropas, saludo al portero, "Buen día, por suerte refrescó", le digo. Jaiu-silver (la bici nueva) estacionada. Lluvia.
Pedaleo, me mojo bastante. En especial, las rodillas. El agua me pega en la cara, viento fresco.
Ato la bici en el árbol, frente al kiosko. "Volviste", me dice el kioskero. "Sí, acá estoy".
Las chicas de planta baja tienen caras con colores veraniegos. "Acá abajo hay un harém", me dijo una vez un amigo que pasó a visitarme. "Buen día, doctor, tanto tiempo", me saluda José, el seguridad.
"Hola, llegué" , saludo a mis compañeros-amigos. "Estás quemadito", me dicen. Nos damos abrazos.
Prendo la computadora, hablo con uno de los diarios donde publicamos notas, leo mails, la cosa me lleva unos 20 minutos.
Suena el teléfono. "Hola", "Hola, Obelix, ya volviste?", "Sí, ya volví". Es Crazy-Doc, quiere saber si hay novedades. "No hay novedades, doctor", le digo.
En un rato, corporación-informática. Todo indica que voy a encontrar un caos. De todas formas, tengo ganas de llegar ahí, ver a los mushashos, reirnos.
La rutina tiene distintos costados: por un lado, el tedio, la monotonía. Por otro, el orden, la contención.
Atte.
4 Comments:
este comentario parecería más de Pola que mío, pero yo, que vengo de familias de psi, recuerdo haber escuchado mucho lo importante de enmarcar a los niños en una rutina: el jardín, el horario de almuerzo, los juegos o algún taller, el horario de cena. Justamente por eso, por lo contenedor. Parece haber desórdenes que empiezan por algunas cosas un poco anárquicas de los adultos para con los niños, y la rutina, aunque suena mal, es una de esas...
saludos,
LM
Y no olvidarse de la seguridad que da la rutina - saber que eso 'está ahí hoy y todos los días que la sigamos'. Y lo más divertido de la rutina, romperla!!!
obe, bien venimos ! y: es ud un extraño hacedor de moralejas
atte un saluditt
Lola me hizo recordar a un niño que dibujaba obras en construcción, bastante seguido. Los padres eran, dicho con sutileza, caóticos. El pibe se despertaba a la hora que quería, se bañaba si quería, comía a cualquier horario…en fin. En cada dibujo aparecía la montaña de escombros. Tanto se repetía, que un día pregunté “¿Y los escombros quedan ahí?” o algo así. La respuesta fue “Es que siempre pasa lo mismo, nadie se acuerda del contenedor”
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