iá párale
Atte.
por favor, manito, iá párale
Crazy-Doc Corp. Un médico del estaf me revisa. “Tenés un virus en las vias respiratorias, no me parece que sea para antibióticos, tomate estas pastillas efervescentes y aspira vapor...”, me dice. “No sería mejor que me fuera a casa?”, pregunto. “Sí, por supuesto”.
Acá estoy. Auriculares, té, comí una de esas cosas rellenas con manzana que compré en un kiosko.
Miro las guitarras. Miro algunos libros.
Este fin de semana alquilé dos películas. A ambas, las vi enteras. Hacía tiempo que no veía una película entera. Si me motivo, en un rato alquilo otra.
Escupo mocos, chivo un poco, nada grave.
Madre de vacaciones. Anoche me llamó para avisar que había llegado bien. Madre se preocupa por mí....ella cree que soy un potencial suicida o algo por el estilo. No lo dice en forma directa, lo insinúa.
La muerte no debe estar mal. El suicidio es otra cosa; demasiadas esquirlas, demasiado escándalo.
Sigo de pie, en silencio, avanzando. Tranquila, madre.
Atte.
Últimos días de cansancio. “Qué me pasará?”, pensaba.
Ayer sábado, dormí una siesta de más de 3 horas. Me levanté, video-club, seguía turulo.
Me empezó a picar la garganta, tosí y escupí cosas. También chivé, supongo que por un poco de fiebre.
Domingo, me levanto golpeado. Respiro pesado, sensación de que es contagioso. Mocos y panorama de encierro.
Atte.
Metemos libros en canastos. Terminamos, “Cuántos canastos son?”, pregunta. “No sé, no los conté”, respondo. “Ya vengo”, me dice.
Vuelve, “Son once”. Para él la simetría es importante. Todo el tiempo repite: “A ver...ffffff”. (fffffff es un soplido).
Terminamos de acomodar los libros siguiendo el orden que tienen en los estantes.
Tomamos gin-tonics.
En el supermercado compro chorizos y en el camino de vuelta, un poco de pan, tomates y una cebolla.
Durante el almuerzo, vino blanco. “Está rico”, le digo.
“Me da pena tener que mudarme”, dice. “Seguro que te acostumbrás al nuevo”, contesto.
Nos despedimos, llego a casa (un poco ebrio), escribo estas líneas y me preparo para una siesta.
Las mudanzas remueven.
Atte.
Anoche mensaje en el contestador de amigo-broder. “Hola, Obelix, quería avisarte que sos tío”.
Me levanto a las 9. A las 10, en la clínica. El seguridad no me deja pasar, “el horario de visitas es a las 10 y media”, me dice.
En la estación de servicio pido un café, un sacramento.
La madre tiene buena cara, el bebé duerme arriba suyo. Saludo, miro un rato al bebé, es bonito. Amigo-broder, contento, no más nervios y ansiedad.
Me despido, camino emocionado.
Sol, plaza, buena temperatura y pensamientos.
Atte.
9am, ojos abiertos.
Café, vuelta a la cama y rato largo con el libro que empecé a leer.
Ropa de fútbol, pedaleo una avenida de principio a fin.
Me encuentro con algunos pibes de la corporación informática.
La canchita, de cemento, cubierta. El partido, parejo. Falta poco para el final, pelotazo en las partes bajas. Dolor intenso. Salgo a un costado, flexiono, duele.
Hay golpes bajos que uno ve venir; otros ocurren en forma imprevista. Preferiría evitar cualquier clase de golpe bajo.
Atte.
El martes broder-chico creyó ver a ielou-ielou, una de las bicicletas que me robaron. Estaba atada enfrente a un tenedor libre, en la avenida de las cúpulas. Broder-chico no estaba del todo seguro si era ielou-ielou, le preguntó a un kioskero de quién era la bicicleta. “Es de un pibe que labura en el restorán”, contestó el hombre señalando al tenedor libre.
Estuve pensando en cómo recuperar a ielou-ielou. La violencia, descartada. Consulté a bicicletero-pirata. “Decile que te la devuelva, si no quiere, llamás a un cana, se la llevan a la comisaría, yo te hago una factura y la vas a buscar...Eso sí, fijate que el chabón no mida dos metros”.
Policías, trámites, procesos...
Hoy a la tarde pedaleo al lugar, la supuesta ielou-ielou no está a la vista; en cambio, una playera multicolor.
Durante el regreso a la oficina, pienso.
Mañana voy a pasar de vuelta. No tengo plan, nada más quiero a mi ielou-ielou de nuevo conmigo.
Atte.
Hoy trabajé bastante.
Mañana con Crazy-Doc, más tiempo del habitual. El hombre está demente. “Te reunistessssss con Cecilia?”, me preguntó. “Ahora voy, me está esperando”, contesté. Crazy-Doc levanta el tono: “Mirá que a mí me rompe lassss bolasssss que para toooodooo tarden mil añossss, eh”. “Estoy yendo, doctor”. En fin, Crazy-Doc en cólera, yo rajo.
Tarde en la corporación informática. Por iniciativa propia se me ocurrió hacer un análisis de rentabilidad por cliente-abonado. Hay clientes que pagan un abono mensual. Otros llaman cuando tienen un inconveniente, se les factura por hora. Los resultados de mis investigaciones, llamativos. Le mandé un mail al Sr. Presidente. “Saque sus propias conclusiones”, escribí como referencia.
Ahora tomo un vaso de vino. En un rato, reunión con amigos/as. Antes, voy a pasar por lo de Papá-Alberto. Me hice adicto al campari. Lo tomo con jugo de naranja y hielo. Meto todo en una coctelera, lo bato. Papá-Alberto tiene un bar provisto. Papá-Alberto, de viaje con una de sus amigas extranjeras.
Un poco ebrio, pienso que los otros no cuentan, cada uno sabe de qué lado está.